JUSTO A LAS DOCE

De sentir, siento, de pensar, pienso. Pero siempre dicen que hay cosas más profundas. Volar, volar en aquel precipicio donde nada pareciera tener fin en cosas relativamente inexplicables y razonables. Desquitarme de mis cinco sentidos y desmoronar mi cuerpo al compáz del viento. Ser títere de lo real, ser más esclava de la realidad; eso no quiero, ni tampoco ser pusilánime al no desearlo y en pensar distinto estando al menos en segundo fuera del mundo. ¿Todo marcha perfecto?, ¿Hacer o no hacer?, deshacer. Calma, calma, calma, calma, calma... se me olvidó ese concepto, creo que repetí muchas veces en mi mente aquel significado. Nubes blancas, chicas, grandes; Mi cabeza se pierde en su desliz de algodones y lo siente con ojos cegados. Era muda, sorda, también ciega, pero quería sentir eso como que nadie puede sentir. Era sólo eso de tener un gustito libre.