22/11/2014

viajes

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia la lista de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, así es como viajan los cronopios. Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

15/11/2014

descubrir

Que bonito descubrir cosas, me acuerdo que cuando era chica me encantaban las sorpresas y hacerme la desentendida, guardar secretos con llave, tener cajas llenas de recuerdos debajo de mi cama, mandar cartas a gente y nunca entregarlas (no es que sea chica aún pero lo sigo haciendo), y lo que más me gustaba era revisar los cajones de la biblioteca de mi casa y encontrar puros cachureos e inventar cosas que sólo yo entendía su uso. Me gustaba jugar con el Nico en el auto del papá, jugar a la lucha libre y mirarlo tocar bajo y aprender con él. Me gustaba hacerme la grande, lloraba cuando me sacaba un 6 porque siempre fui la niña de las buenas notas y con la camisa del colegio abrochada hasta el último botón, mi vida cambió cuando leí a Cortázar por primera vez, es una especie de amor platónico que no se borrará jamás de mi mente, creo que es su culpa ser tan apasionada con mis emociones y me encanta haber tenido una historia igual a la del libro rayuela.
Todo pasa por algo, y agradezco el hecho que me llevó a leerlo (y a que me gustara tanto leer). Iba a escribir algo súper choro que se me había ocurrido y se me olvidó (siempre se me olvida todo), a veces la voladez es súper buena, pero para ser estudiante de arquitectura o cuando te gusta escribir es una mierda. Extraño a todo mi mundo chilensi, pero acá soy feliz porque estoy descubriendo cosas, y eso es lo que más me gusta (aparte del chocolate, dormir, andar en bici y darle besitos a la nariz de la Agu). Y bueno, escribí todo menos lo que había pensado.