22/12/2011

compe-cabeza.

Había una vez un niño que armaba un rompecabezas que tenía 4 piezas solamente. Como eran tan pocas piezas, era menos probable a que se perdieran pero más probable a que si, se perdía una, las otras tres no tuvieran sentido porque todas ocupaban una parte importante de la figura y se complementaban entre sí. Un día, este niño decidió ir a la casa de una amiga y se le quedó una pieza en su casa debido a un descuido. Él pensaba que podría ir a buscar la pieza restante y armar el rompecabezas otra vez, pero ella no quizo devolverla debido a que a su juego le faltaba la misma pieza, así que se quedó con ella, y a él (como le gustaba) no le importó en lo absoluto su propio rompecabezas y decidió admirar el de ella dejando el suyo de lado completamente.
Dejó por mucho tiempo las piezas tiradas por ahí, en algún lugar de su habitación sólo por estar con ella y admirar su JUEGO, hasta que un día se dio cuenta que debía preocuparse de sus cosas, ¿qué hizo?, le quitó la pieza a ella y decidió volver a armar un rompecabezas, enmarcarlo y dejarlo bonito en alguna pared porque era su favorito antes de conocer a tal niña, pero su sorpresa fue grande cuando se dio cuenta que una de las tres partes ya no estaba, otra envejeció porque no tenía uso y la otra el perro la hizo pedazos.

Sí, las piezas extrañaban, extrañaban mucho.

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